Alcohol y Enfermedad Cardiovascular: Menos es más

Alcohol y Enfermedad Cardiovascular: Menos es más

El consumo de bebidas alcohólicas se ha venido cuestionando en diferentes estudios a lo largo de los últimos 30 años, de manera que hasta ahora, se consideraba que los bebedores ligeros (1 bebida al día) tenían menos riesgo de enfermedad cardiovascular que los no bebedores o que los bebedores fuertes (3 o más bebidas al día), dibujando la llamada “curva en J” de riesgo en relación al consumo de vidas alcohólicas.

Sin embargo, es fácil comprender que la cantidad de alcohol contenida en las diferentes clases de bebidas alcohólicas es extraordinariamente distinta, puesto que va de 40 0 50 grados para los llamados “espirituosos” (whisky, coñac, licores) a 11-13 grados para los vinos o 4-5 para la cerveza. Aún así, tenemos que tener en cuenta además, que la cantidad de bebida ingerida en una copa o vaso es también distinta. Una medida de whisky, por ejemplo, oscila entre los 10 y los 15 cl, mientras que una cerveza viene siendo unos 25-30 cl, así una caña viene siendo 20 cl y una lata tiene 33 cl. Es decir, que una caña va a contener alrededor de 8 gr de alcohol, (un tercio tiene 12 g) mientras que un whisky tiene unos 12 g de alcohol y una copa de vino de unos 125-150 cl, tendrá alrededor de 14 g de alcohol. Por lo tanto la cantidad de alcohol ingerido dependerá del tipo de bebida y de la cantidad consumida. Por ello no se puede dar una idea general en lo que respecta a las bebidas alcohólicas.

También es diferente el modo de consumir dichas bebidas; el estilo “mediterráneo” es el consumo de vino o cerveza con la comida, de carácter habitual y ocasionalmente trasegar bebidas espirituosas, mientras que en países sin dicha tradición, el consumo es ocasional, de “fin de semana” y de bebidas duras.

Dicho esto, y teniendo en cuenta todas estas situaciones, no es posible generalizar acerca del consumo de alcohol y su influencia en la salud cardiovascular. La composición nutricional de las diferentes bebidas alcohólicas y su proceso de producción tienen variaciones altamente significativas. Así, el vino tinto contiene 10 g de azúcar por cada 100 ml, mientras que la cerveza contiene 2,5 g y el cava 1,5. Los aguardientes contienen unos 27 g de azúcar y el whisky o la ginebra 0,4 g de azúcar. En cuanto a otros componentes, el vino contiene calcio y potasio, pero no contiene vitaminas, mientras que la cerveza contiene pequeñas cantidades de alguna vitamina como la vitamina B9 o ácido fólico (4 microgramos). Las demás bebidas alcohólicas apenas contienen vitaminas ni minerales. Es decir, no aportan ningún nutriente. Por esta razón se les califica como “calorías vacías”, ya que su aporte energético es extraordinariamente elevado, de manera que 100 ml de whisky o de ginebra aportan 230 calorías, 77 calorías aporta el vino y unas 40 calorías 100 ml de cerveza. Pero no tomamos 100 ml de cerveza, sino 250 o 300, es decir 100 calorías un cuarto y 120 calorías un tercio o una lata.

No existe por tanto, ninguna bebida alcohólica aconsejable por sí misma, bien por su alto contenido en alcohol, bien por su alto valor calórico, bien por la cantidad de azúcar que contienen o, finalmente, por su escaso o nulo valor nutricional.

Puesto que esto es así ¿De dónde se ha venido considerando el consumo ligero o incluso moderado de alcohol, sin riesgo o aparentemente beneficioso para la enfermedad cardiovascular? Probablemente de una mala elección de los grupos de población comparados.

Un estudio de revisión y análisis crítico, un Metaanálisis, de diferentes trabajos publicados respecto del consumo de alcohol y el riesgo en cuanto a la enfermedad cardiovascular, ha demostrado que la clasificación de los bebedores es posiblemente errónea, ya que se indica habitualmente como “No bebedores” a aquellos individuos que cuando se realiza el estudio no beben, pero que pueden haber bebido anteriormente, mientras que a los individuos que beben habitualmente se les clasifica como ligeros (1 bebida al día), moderados (2 bebidas al día), fuertes (3-4 bebidas) o duros (más de 4 bebidas). Atendiéndose a esto, el estudio indica que el grupo de comparación no bebedores debería estar exclusivamente formado por aquellas personas que no han bebido nunca, es decir, abstemios a lo largo de toda su vida. Cuando se realiza esta clasificación, se observa que esa curva en “J” se aplana y tan solo los bebedores ligeros o muy ligeros tendrían alguna ventaja, mínima y poco significativa, respecto de los no bebedores, mientras que los bebedores moderados y el resto, serían una población claramente de riesgo.También se ha afirmado que las bebidas alcohólicas que pueden tener algún, poco en realidad, beneficio son la bebidas fermentadas, vino, sidra y cerveza, ya que se les atribuyen las características antioxidantes derivadas de los alimentos de origen y los componentes de éstos, polifenoles como el resveratrol de las uvas para el vino, quercetina de la manzana para la sidra, o flavonoides del lúpulo en la cerveza, pero en realidad ¿Cuánta cantidad de los mismos está presente en los derivados alcohólicos? Muy poca.Otra de las afirmaciones que se han venido vertiendo es la capacidad del alcohol por sí mismo, de disminuir la tensión arterial al producir una dilatación de los vasos sanguíneos, pero este efecto solo ocurre cuando la cantidad de alcohol consumida es de menos de 10 g, lo que como hemos visto, no es posible para la mayoría de las bebidas alcohólicas en las cantidades habitualesAdemás, el consumo de alcohol incrementa los triglicéridos en sangre, aparte de su efecto sobre otros órganos como el hígado, el esófago y el cerebro, lo que independientemente de sus efectos sobre el sistema cardiovascular, incrementa la mortalidad global.Así pues, para los que nunca han bebido alcohol el consejo es no hacerlo nunca, para los que beben alcohol el consejo sería no tomar más de una bebida al día y a la hora de elegir ésta, mejor si es de baja graduación y fermentada.

Prof. M. Elisa Calle Purón
Miembro del Consejo de Expertos de la FEC –
Profesora Titular de Medicina Preventiva y Salud Pública
Facultad de Medicina. Univerdiad Complutense (Madrid)